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Poesía mística de Jacint Verdaguer

"Navidad y Jacint Verdaguer

en el centenario de su traspaso"

 

por

Llorenç Vidal

 

 

Jacinto Verdaguer

 

 

Aunque pueda parecer extraño a las gentes de hoy, Jacint Verdaguer fue el poeta por antonomasia de mi adolescencia y de mi despertar poético. No el Verdaguer de los grandes poemas épicos, de "L'Atlàntida", del "Canigó" o de la "Oda a Barcelona", sino el Mossèn Cinto de los bellísimos "Idil.lis i cants místics" y de la más sencilla poesía lírica y de inspiración religiosa y popular, en la que, en un aparente tono menor, encarna lo más depurado y sutil de la "Renaixença".

Por esto, en este año centenario de su muerte y coincidiendo con las celebraciones navideñas, no puedo menos que recordar y rendir mi tributo al universal poeta de Folgueroles y de la Plana de Vic, aunque sea sólo con un breve repaso de algunos de sus poemas dedicados a "Jesús Infant".

La más conocida de estas composiciones es tal vez "Lo noi de la mare", perteneciente a su "Col.lecció de càntics religiosos"  y en la que encontramos los bellísimos endecasílabos

"Que n'és de bella ta galta en poncella!

que en són de dolços tos llavis en flor!".

Otro momento de máxima dulzura navideña la encontramos en "La Rosa de Jericó", donde después de glosar el misterio de la Anunciación y de la Encarnación, exclama:

"Desvetlla't, oh Betlem,

enrama l'Establia,

guarneix-la com pitxer

amb or i pedreria,

que en tu de Jericó

la Rosa floriria".

Y en "Espines", en la que María, entre caricias y mimos a su hijo recién nacido, desgrana en profética visión la pasión y muerte, hasta la premonición de una estática, dolorosa y patética piedad a los pies de la cruz:

"Es va endormiscant

l'amorós Infant;

difunt Ella mira

lo Fill que cadavre

sos braços rebran,

i plora i sospira.

 

Un àngel venia

per dar-li alegria;

se'n torna plorant".

Retazos de afinidad y de su íntima y personal experiencia espiritual encontramos también en otros muchos poemas, como, por ejemplo, en "Rosalia" o en "El violí de Sant Francesc", donde, en este último, la escena mística se desarrolla sobre el decorado navideño

"De Groccio en lo pessebre,

davant l'Infant diví"...

Y es que Verdaguer había intuido, a su manera, el sentido espiritual del misterio de Belén, misterio que, en su significación profunda, un siglo después ha expresado el poeta Eulogio Díaz del Corral en su composición "Limpia mis ojos, Señor" cuando dice:

"Limpia mis ojos, Señor,

para que así puedan ver

que sólo Tú lo eres todo

en mil formas a la vez.

 

Todas las madres, María.

Todos los padres, José.

En cada niño que nace

Jesús ha vuelto a nacer.

...Y siempre es tu corazón

el que late en cada ser,

en el hombre que respira,

en la anciana, en la mujer,

en el pájaro que vuela,

en las plantas y en el pez,

en la tormenta que ruge

y en el bello atardecer".

Jacint Verdaguer, 1845-1902, un místico entre los místicos, en el que -con resonancias lejanas de Ramon Llull y de Juan de la Cruz- el alma del poeta, en su "Roser de tot l'any", se introyecta y se proyecta en los elevados versos de "L'he trobada en aqueix Cor", una de las máximas sublimaciones del amor humano en lo divino:

"L'he trobada en aqueix Cor 

la fontana de l'amor

d'aigua fresca i regalada;

aprés que l'aigua beguí,

fontana endins me n'entrí

on no té l'àngel entrada.

 

En lo bell mig d'aqueix Cor,

trobí la mar de l'amor,

i em llancí dintre l'onada.

Naufraguí o no naufraguí?

Jesús, Vós sabeu de mi;

jo per Vós me'n só oblidada".

2002: Primer centenario del traspaso del poeta Jacint Verdaguer, un solitario de la poesía y un coloso de las literaturas hispánicas.

 

Llorenç Vidal

 

(Última Hora, Palma de Mallorca, 21 de diciembre de 2002)

 

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