Sobre el juego y los juguetes

 

por

Llorenç Vidal

 

Fue Eduardo Claparède en su "Psicología del niño y pedagogía experimental" quien, preguntándose "¿para qué sirve la niñez?" se autorrespondió que "la niñez sirve para jugar y para imitar". Y es en la funcionalidad imitativa del juego donde se apoyan la mayoría de las ficciones imaginativas en las que se basa el reclamo consumista de los juguetes que, a través de todo el aparato audiovisual de nuestra sociedad, se ofrece a los deseos, todavía poco formados, del mundo infantil.

 

Por esto y frente a la manipulación propagandística, la mayoría de las veces dirigida no pedagógica sino comercialmente, el papel de los padres y educadores adquiere una importancia decisiva para la orientación de los jóvenes seres humanos y el abandono de esta responsabilidad por parte de aquéllos significa dejar a los hijos  -a los alumnos, en el caso de los profesores-, al azar de su capricho y anegados en el mar de los indiscriminados reclamos publicitarios que bombardean sus todavía maleables mente y voluntad.

 

Atendiendo, pues, a la triple dimensionalidad de habituación lúdica negativa, positiva y catártica del juego  -que he estudiado detenidamente en la "Fundamentación de una Pedagogía de la No-violencia y la Paz"-, debe encaminarse la elección de juguetes hacia opciones que respeten los siguientes principios:

 

1º. Ser educativos, es decir, potenciadores de actitudes, aprendizajes, hábitos y adiestramientos individual y colectivamente positivos.

 

2º. Ser origen de juegos que eliminen el egoísmo y la violencia, encaucen la agresividad natural y desarrollen actitudes de autoconfianza, altruismo, cooperación y no-violencia.

 

3º. Ser escogidos no de acuerdo con los prejuicios de los mayores, sino conforme a la idiosincrasia, tendencias y aficiones individuales de cada uno de los niños y niñas a los que van destinados.

 

4º. Que  no fomenten el despilfarro, sino el sentido de lo sencillo, adecuado y económico.

 

5º. Que sean objetos estéticos que despierten el gusto por lo bello y por la belleza en los útiles de la vida cotidiana.

 

Con un adecuado asesoramiento de tipo preventivo y orientativo por parte de padres y educadores  -nunca con una imposición castradoramente impositiva-  el juguete, es decir, el soporte material del juego, puede transformarse  -en su proceso de formación para la vida-  en un elemento constructivo del carácter infantil, base dinámica de la personalidad juvenil y adulta, ya que, según Federico Froebel, "en los juegos de la edad pueril están los gérmenes de toda la vida futura".

 

Llorenç Vidal

 

(Ultima Hora, Palma de Mallorca, 2 de enero de 1990)

(El Adelantado de Segovia, Segovia, 10 de enero de 1990)

 

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