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El Evangelio herético de Tomás

 

por

Llorenç Vidal

 

Alejado del agobio turístico de los grandes monumentos faraónicos, una de las piezas más valiosas del Museo Copto de El Cairo es el papiro del Evangelio según Tomás.

 

Este texto neotestamentario del que poseíamos noticias fragmentarias y que fue atacado por algunos escritores constantinianos del siglo IV, entre ellos Cirilo de Jerusalén y Eusebio de Cesarea, el cual, en su "Historia Eclesiástica", lo considera como un "texto herético", ha estado perdido durante muchos siglos y recientemente ha sido recuperado gracias a ser uno de los cuarenta y nueve tratados contenidos en el conjunto de los códices descubiertos en 1945 en las cercanías del antiguo sitio de Khénoboskion, cerca de la actual aldea de Nag’Hammâdi, en el Alto Egipto.

 

Escrito en lengua copta y aunque el original, posiblemente en griego, es anterior -siglo I o II-, la única copia que poseemos puede ser datada, según los especialistas, entre finales del siglo III y la primera mitad del siglo IV y posiblemente formó parte de una perdida biblioteca de alguna comunidad cristiana de orientación gnóstica.

 

La bibliografía actual sobre este manuscrito evangélico no canónico no es excesivamente extensa, pero sí intensa y especializada.

 

Entre otros tratadistas, citemos a J. Doresse -uno de los testigos del descubrimiento que pudo ojear rápidamente todos los códices de este hallazgo excepcional conservado en su mayor parte en El Cairo bajo un gran secreto-, P. Labib -que nos ofreció la mitad de un códice, en el que figura el Evangelio según Tomás-, la edición realizada por A. Guillaumont, H Ch. Puech, G. Quispel, W. Till y Yassah ‘Abd Al Masih -que divide el texto en logiones y que ha sido traducida al castellano en la colección Biblioteca Esotérica, Barcelona- y la edición de R. Kasser (Bibliothèque Théologique, Éditions Delachaux & Niestlé, Neuchatel, Suiza), dividida en versículos, comentada y seguida por el ensayo de reconstrucción del supuesto texto griego del que derivaría la versión copta de que disponemos.

 

Exento de elementos narrativos, se trata de una compilación de sentencias doctrinales que, siguiendo al citado R. Kasser, podemos clasificar entres categorías: a) las que se encuentran, en forma similar, en los textos canónicos; b) las que se encuentran en otros textos apócrifos, y c) las que, al no aparecer en ningún otro texto neotestamentario, sólo nos son conocidas a través del Evangelio según Tomás. Algunas de éstas son de una profundidad y de una belleza impresionantes y nos acercan a una corriente espiritual diferente de la que originó los textos canónicos del Nuevo Testamento. Veamos, por ejemplo, el logión 77 (edición de Guillaumont y colaboradores), que corresponde a los versículos 186 al 188 de la edición de Kasser:

 

"Jesús dijo: Yo soy la Luz, la que está por encima de todos; Yo soy el Todo: el Todo ha salido de mí y el Todo ha retornado a mí. Partid la madera: Yo estoy allí; levantad la piedra y me encontraréis allí". O el versículo 69, exaltador de la fraternidad, donde Jesús dice: "¡Ama tu hermano como tu alma, cúidale como la pupila de tu ojo!".

 

En los momentos actuales, en los que, a pesar de ciertos fundamentalismos, hay una corriente universalista y de aproximación interconfesional, el Evangelio según Tomás -herético para algunos, simplemente no canónico para otros- se nos presenta como un texto de selecta belleza literaria, de esotérica sabiduría -a veces, preciso es reconocerlo, de una oscuridad conceptual o metafórica sorprendente y de difícil interpretación- y de una gran espiritualidad, que conviene histórica y ecuménicamente reivindicar, ya que nos acerca a un núcleo de creencias del cristianismo primitivo y, en algunos de sus versículos, a las fuentes del sentimiento religioso de la Humanidad.

 

Llorenç Vidal

 

(Última Hora, Palma de Mallorca, 21 de diciembre de 1990)

 

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