La llegada anual del "Día
Escolar de la No-violencia y la Paz"
(DENIP), que como es sabido se practica el 30 de enero de cada
año, en el aniversario de la muerte del Mahatma Gandhi, y que en este
año 2001 celebra su XXXVIII edición ininterrumpida desde su fundación
en 1964, nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre alguno de los
aspectos de la Educación No-violenta y Pacificadora. Y hogaño, pasado ya
el puente del tercer milenio, podemos hacerlo sobre uno de los precursores
renacentistas de la misma: Desiderio Erasmo de Rotterdam, por el matiz
eminentemente educativo de su aportación pacifista, ya que la enseñanza
erasmiana de la paz es una de las más valientes de su época y está
animada por una fuerte intencionalidad pedagógica: la formación del
príncipe cristiano, capaz de mantener en paz a su pueblo en el concierto
del orbe cristiano y, a ser posible, en medio de todos los pueblos de la
tierra. En cinco fundamentales aspectos podemos considerar en su
pensamiento pedagógico pacifista:
1. La paz, fruto de la
caridad recíproca entre los seres humanos, constituye el estado natural
del ser humano, "esa apacible
criatura, engendrada de suyo para la paz y la benevolencia, creada para el
bienestar de todos" (*), ya que
Erasmo concibe a Dios como el Pacificador todopoderoso.
2. La guerra -fruto de
la discordia, de la ambición, de la avaricia y de la venganza- es un
castigo de Dios y el peor de los males que pueden asolar la humanidad. Su
obra "Querella de la paz"
es uno de los más fuertes alegatos cristianos contra la guerra, contra el
belicismo y contra la milicia, a la que llama "horroroso
ministerio de la matanza organizada".
3. La guerra y el
espíritu belicoso -que considera incompatibles con las enseñanzas de
Jesucristo- deben suprimirse totalmente entre los cristianos, ya que
Cristo y la guerra no tienen nada en común. Suyas son estas palabras:
"Decidme, por favor:
¿Por
qué el combatiente en estas circunstancias reza y dice: Padre nuestro? ¿Osas
llamarle Padre tú, que hundes el puñal en la garganta de tu hermano?
Santificado sea el tu nombre. ¿Cómo
podría deshonrarse más el nombre de Dios que con estas desavenencias
tumultuosas entre vosotros? Venga a nos el tu reino. ¿Esto
ruegas tú, que en tantos charcos de sangre proyectas establecer tu
tiranía? Hágase tu voluntad así en el cielo como en la tierra. ¿Él
quiere la paz y tú preparas la guerra? El pan de cada día pides tú al
Padre común, tú, que prendes fuego a los panes de tu hermano, y aun a
trueque de que se pierdan para ti, siempre que él no pueda aprovecharlos?
¿Y con qué boca dirás aquello?
Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros
deudores. ¿Esto dices tú, que
con presura feroz te abalanzas al parricidio? Suplicas que el peligro de
la tentación no se allegue a ti, ¿tú,
que con peligro propio, arrastras al peligro a tu hermano? ¿Pides
que se te libre del mal a ti que, por instigación del mal, maquinas para
tu hermano un mal irreparable?".
4. Sin embargo, al
plantearse la problemática -propia de su época- de la licitud de que los
cristianos declarasen la guerra a los turcos, Erasmo duda en su actitud
pacifista integral y, basándose más en el Antiguo que en el Nuevo
Testamento, admite, sin aprobarla plenamente, un especie de guerra
defensiva contra los no cristianos que ataquen armadamente la Iglesia,
aunque esta defensa violenta "no
pertenece a la perfección evangélica".
5. Elemento clave para
el mantenimiento de la paz es el príncipe, futuro rey, a cuyo objetivo
dedica su obra "Educación del
príncipe cristiano", ya que
tiene el poder político de declarar o no la guerra, porque "aun
cuando los autores antiguos dividieron el sistema de gobernación de la
república en dos artes, a saber: de la paz y de la guerra, el primero y
principal cuidado en la formación del príncipe debe ahincarse en
aquellas razones que atañen a regir sabiamente los tiempos de paz y deben
poner su empeño más intenso en que jamás sean necesarias las ásperas
obligaciones de la guerra". Y
para conseguir este fin, Erasmo, en un plan de educación marcadamente
monárquico y aristocrático, de acuerdo con la mentalidad renacentista,
propone los siguientes medios didácticos: Conocimiento de los límites e
instituciones del país; amor a la tierra que gobierna y a los seres
humanos que la habitan; hacerse digno del amor y aprobación de sus
súbditos; cultivo de las virtudes de clemencia, prudencia, integridad,
templanza, sobriedad, desvelo, amabilidad, dulzura, tacto en las
innovaciones y reformas, etc.; cuidar de que los bienes exteriores de su
pueblo estén coordenados con los bienes de orden superior; cultivar la
concordia entre los ciudadanos y procurar la adecuada educación de los
mismos; esforzarse en mantener la paz y la amistad con todos,
especialmente con los estados fronterizos, evitando la guerra y la
violencia y aceptando el arbitraje en caso de conflicto, ya que el buen
príncipe, el buen rey, el buen gobernante, debe ambicionar "la
gloria sin sangre y sin daño ajeno", pues "no hay paz tan inicua que
no sea preferible a la más justa de las guerras"
y porque "este mundo es la
patria común de todos".
Siempre y en todo lugar
"mientras
ejerciere el mando, acuérdese que es hombre que manda a hombres, que es
libre que manda a libres y, en último término, que es cristiano que
manda a cristianos".
Frente a la violencia de
los malos no reaccionará violentamente, ni escuchará "a
algunos tan duchos en el arte de la tergiversación que dicen no poderse
sentir seguros si no rechazan con violencia la violencia de los malos. ¿Por
qué en el cuento sin cuento de los emperadores romanos sólo los
Antoninos Píos y Marco Aurelio, el emperador filósofo, no sufrieron
atentados? No hay quien reine con más firme seguridad que quien está
dispuesto a deponer el reinado, puesto que lo administra para la
república no para sí" y ya que "hasta la hora presente nada se
consiguió con pactos, nada con afinidades, nada con la violencia, nada
con la venganza. Y, en cambio, de vuestra propia experiencia aprended lo
que puede la aplacabilidad, lo que pueden los beneficios recibidos. Guerra
siembra guerra y venganza arrastra venganza. Desde hoy la gratitud
engendre gratitud: el beneficio traiga consigo beneficio, y parezca que es
más rey el que cediera más de su derecho".
Ideas que Erasmo de
Rotterdam, acorde con el ambiente cristiano renacentista en que se
desarrolló su vida, refiere a la educación del príncipe, futuro rey de
un estado; pero que en la actualidad, en el contexto democrático,
pluralista y multicultural en el que nos movemos y en el marco de la
educación en valores, debe referirse no sólo a los gobernantes, sino a
la educación de todos los ciudadanos, ya que, en sus mismas palabras,
"la
más firme esperanza de la república estriba en la educación racional de
la niñez".
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