En el Año Europeo del Diálogo Intercultural

 

por

Llorenç Vidal

 

Recuerdo que el doctor Juan Tusquets, catedrático de Pedagogía General en la Universidad de Barcelona y uno de los promotores españoles de la educación comparada, allá por los finales de los años cincuenta e inicios de los sesenta, nos hacía mucho hincapié en el concepto de pluralismo cultural y pedagógico, pluralismo en el que tiene su base el comparativismo educativo que él propugnaba. Y fruto de esta influencia juantusquetiana fue mi estudio "Esbozo comparativo del Pluralismo Pedagógico en Ramon Llull y Anselm Turmeda", publicado en la revista Perspectivas Pedagógicas, que él dirigía.

 

Y es que Ramón Llull y Anselm Turmeda, aunque son dos figuras antitéticas, son fruto de un mismo ambiente intercultural de base y de proyección, ya que el marco de coexistencia espacio-temporal es prácticamente el mismo, a pesar de los años que separan el momento biográfico de los dos personajes. Este marco intercultural podría sintetizarse en las palabras del P. Miquel Batllori, cuando en su Introducción a Ramón Llull escribe: "Todo el medievo, y mucho más el que se aboca al Mediterráneo, es una interacción constante de tres mundos autónomos, más que independientes: el latino, el bizantino y el islámico. Sus contactos son múltiples: políticos, económicos, culturales, religiosos". La concepción de estos tres mundos autónomos e interdependientes  -el latino, el bizantino y el islámico-  de que nos habla el P. Batllori, se ve modificada y completada por Robert Pring-Mill en "El microcosmos lul.lià", al refundir en un solo bloque el mundo cristiano latino-bizantino y, junto al islámico, reconocer en el campo de la interrelación al mundo judío. Y esta es la base pluralista sobre la que la Mallorquinidad  -hoy tendríamos que decir la Balearidad-, al igual que toda la Corona de Aragón y otros reinos hispánicos, construyeron y desarrollaron su personalidad en los siglos postreros de la Edad Media.

 

Y, ya dentro de la Cristiandad,  no podemos olvidar que en el Reino de Mallorca se dio el fenómeno de una predominante configuración espiritual franciscana, fuertemente combinada con elementos post-cátaros y valdenses y conjuntamente con una dimensión introyectadora y, a la vez, proyectadora hacia todo el Mediterráneo (corrientes ideológicas judaizantes y arabizantes); de aquí el  poliglotismo, el universalismo y el polifacetismo inquieto y asistemático que caracteriza el pensamiento y la actitud vital de ambos autores, características, todas ellas, que son un factor fundamental de su pluralismo y de su interculturalidad, reflejados principalmente, aunque con distinto sentido doctrinario, en el Llibre del gentil e los tres savis y el Llibre d’Amic e Amat de Ramón Llull, y en la Disputa de l'ase y el Llibre de bons amonestaments de Anselm Turmeda.

 

Porque, después de la conquista catalano-aragonesa de 1229, en palabras de Antoni Pons en el tomo II de su "Historia de Mallorca", "la población mallorquina estaba fundamentalmente constituida por pobladors, o cristianos llegados al conjuro de la conquista, provinentes de diversos lugares y retenidos en la isla, musulmanes y judíos… La convivencia de elementos tan heterogéneos, imprimió a la Ciutat de Mallorca un doble aspecto social y religioso, por demás interesante", pudiéndose decir que estas observaciones, después de la reconquista de las otras islas de Archipiélago Balear, son válidas para todo el dominio insular del Reino de Mallorcas, aunque siempre me he sentido inclinado, por realismo histórico y sociológico, a añadir a los tres elementos de denominación religiosa enumerados por Antoni Pons, un cuarto elemento: la población autóctona balear preislámica (algunos dirán que no consta que hubiera mozárabes, pero es evidente que sí había muladíes, que habían cambiado de religión, pero no de genes), población autóctona balear preislámica confundida y arrinconada por los conquistadores con los musulmanes vencidos, y que, junto a los componentes occitano-catalano-aragonés, árabe-bereber y hebreo (unidos a otros de menor importancia), constituye la base racial y colectiva del pueblo balear, si bien en la configuración cultural predominó el elemento católico-catalán importado por los pobladors más influyentes y fomentado por la proximidad de Cataluña, así como por la incorporación del Reino de Mallorca en el marco de la Corona de Aragón.

 

Por esto, en este Año Europeo del Diálogo Intercultural, he reflexionado y reflexiono sobre la base interracial e intercultural de nuestra sociedad y pienso que esta base interracial e intercultural, plural y diversa, no debería ser solamente una realidad histórica y estática, sino un factor dinámico que -lejos de intolerancias, intransigencias, fanatismos, fundamentalismos e integrismos de cualquier signo político, cultural o religioso- haga de Mallorca y de todas las Islas Baleares, integradas actualmente en España y en la Europa de los pueblos, y situadas estratégicamente en el corazón de la mediterraneidad, un hogar positivo y abierto de convivencia, compasión, tolerancia, diálogo, paz, no-violencia y solidaridad.

 

Llorenç Vidal

 

(Ultima Hora, Palma de Mallorca, 12 de septiembre de 2008)

 

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