Contra todas las formas de tortura

 

por

Llorenç Vidal

.

 

La tortura, esa práctica salvaje a la que, con demasiada frecuencia, han acudido  -directa o indirectamente, física o psicológicamente-  tanto los poderes establecidos como los grupos subversivos y de presión, debería, hace ya tiempo, haber sido totalmente proscrita de nuestros hábitos personales, sociales y políticos, tal como se propugna, de una manera clara y contundente, en la "Carta Universal de Derechos Humanos".

 

Para contribuir a la eliminación de la misma han surgido distintas acciones individuales y grupales en distintos lugares y en distintas situaciones históricas, y una de estas acciones, extendida a nivel mundial, es la desarrollada por la "Organización Mundial contra la Tortura" (OMCT), constituida en un centro no gubernamental de información y de difusión relativas a la tortura y a otros tratamientos crueles, tales como ejecuciones sumarias, desapariciones, arrestos arbitrarios, internamientos psiquiátricos con fines políticos, etc. Tiene su sede en Ginebra y se apoya en una red de organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos distribuida por todo el globo y de las que, lógicamente, se excluyen aquellas asociaciones y movimientos que para implantar sus ideales usan a la violencia.

 

Y ¿cómo actúa este centro dinámico de información y de acción contra la tortura? Lo hace fundamentalmente a cuatro niveles:

 

. Asumiendo una circulación rápida de las informaciones sobre casos concretos de tortura y de violación de los derechos humanos que emanan de las organizaciones nacionales, regionales y locales integradas en la red "SOS-Tortura" o de alguno de sus miembros y que son inmediatamente difundidas, con carácter de comunicados de carácter urgente, por la OMCT en todo el mundo.

 

. Ofreciendo a sus miembros, colaboradores y simpatizantes unas propuestas deseables de acción sobre cada uno de los casos denunciados, quedando cada organización adscrita libre de actuar según sus propios criterios, sus estatutos y los objetivos que le son propios.

 

. Asesorando a las organizaciones colaboradoras sobre las instancias internacionales competentes y los procedimientos más adecuados para exigir una acción justa de carácter liberador. Y

 

. Aportando una ayuda de emergencia a las víctimas y a quienes, a pie de obra, intentan ayudarlas, especialmente en aquellos casos de represión masiva en los que la vida de algunas personas depende de una intervención inmediata.

 

Generalmente los casos difundidos y las propuestas de actuación se refieren a situaciones producidas en países del tercer mundo, pero también, cuando así procede, en los países de Europa y de América del Norte, ya que, como  en su reciente artículo "L'OMCT intensifie son travail dans le Nord" reconoce Eric Sottas, "la situación de estos países -viejas democracias parlamentarias- aunque es generalmente más favorable al respeto a los derechos humanos, no está sin embargo exenta de atentados graves y a veces sistemáticos, y merece una atención más vigilante". Y se refiere, a título de ejemplos, a la extensión en los Estados Unidos de Norte-América de legislaciones privativas de algunos estados federados que autorizan la aplicación de la pena de muerte a menores de edad; a las condiciones de detención; al tratamiento dado a los solicitantes de asilo político en Europa, donde, a pesar de los compromisos adquiridos, muchos son rechazados y devueltos a países en los que se aplica la tortura, y al trato dado, en algunas ocasiones, a los detenidos extranjeros procedentes del exterior del continente europeo, como "atentados graves en relación con los cuales  -dice-  debemos intervenir con mayor energía".

Se podría objetar que la OMCT y las organizaciones asociadas dedican una atención preferente y casi exclusiva a una casuística de represión política mientras que los derechos humanos abarcan un campo personal, ambiental y social mucho más amplio, en el que, en uno u otro aspecto, los mismos son objeto de violaciones expresas o tácitas, a veces por habituales casi olvidadas. Recordemos y añadamos a los ejemplos ofrecidos por Eric Sottas y sin agotar el posible listado, la falta de respeto por la vida humana; el discriminatorio e injusto trato a determinados colectivos y minorías que, incluso en muchas democracias occidentales, no acaban de ver plenamente reconocidos sus legítimos derechos civiles; las amenazas, secuestros y asesinatos de ciudadanos por bandas terroristas, así como las reaccionarias, xenófobas y racistas legislaciones sobre extranjería e inmigración promulgadas, en nombre de un falso progresismo y de una interesada cohesión económica europea, por los distintos estados comunitarios, con toda la carga de angustia, frustración y tortura física o psicológica que, a nivel individual y colectivo, producen estas arbitrarias situaciones.

 

Por todo esto, el acertado programa y la encomiable actuación de la OMCT  -al igual que el de otras organizaciones y movimientos no gubernamentales, tales como "Amnistía Internacional", "Día Escolar de la No-violencia y la Paz", etc.-  es un ejemplo a apoyar, a seguir, a ampliar y a enriquecer, si queremos que el respeto activo y real a los derechos y deberes humanos sea algo más que un conjunto de simples palabras, declaraciones demagógicas y superficiales campañas oficiales más o menos coyunturales, y se convierta en un ingrediente armonizador de nuestra convivencia cotidiana en este mundo que, más allá de cohesiones limitadoras, es la verdadera patria común de todos los seres humanos, patria común de la que todos  -sin convencionales discriminaciones ni prejuicios de orden racial, lingüístico, nacional, sexual o ideológico-  somos, al igual que lo somos de nuestros países de origen y de residencia, y por el simple hecho de existir, ciudadanos de pleno derecho.

 

Llorenç Vidal

 

(Última Hora, Palma de Mallorca, 27 de abril de 1997)

 

* * *

 

 

* * *

 

 

* * *