Las competencias básicas

y la educación para la paz

en el 45 DENIP

 

por

Llorenç Vidal

 

En "Los temas capitales de la educación", una obra clásica de la pedagogía contemporánea (versión española en Editorial Herder), el educador alemán Friedrich Wilhelm Foerster (1869–1966), se plantea muy seriamente el problema que él llama del esencial educativo. Profesor de Ética y Pedagogía y cuya obra fundamental, según Lorenzo Luzuriaga, "se refiere a la educación del carácter sobre base cristiana no confesional", concibe ese esencial educativo como un núcleo clave que daría unidad a la acción educadora y lo desarrolla en cinco puntos que podemos resumir y esquematizar así: frente al capricho de una voluntad indisciplinada, fomentar la voluntad libre (progresivamente liberada), consciente y responsable; formación del carácter, con el paciente aprendizaje del cumplimiento de las cosas más pequeñas y cotidianas; atajar el egoísmo en uno mismo y en la relación interpersonal antes de que sea demasiado tarde; despertar y desarrollar el sentido social, formando para el respeto al prójimo, así como para evitar y resolver los conflictos, y, por último, remodelar nuestros conceptos de fuerza y virilidad atemperádolos con la bondad, el afecto y una atención siempre despierta hacia los sentimientos, manera de ser y necesidades ajenas. A estos aspectos del esencial educativo según la concepción foersteriana y que él enriquece con múltiples consideraciones, en mi artículo sobre "El fundamental educativo y la Educación Pacificadora", publicado en 1975 en los cuadernos "Ponent", convertidos en aquel entonces en el portavoz del Día Escolar de la No-violencia y la Paz (DENIP), añadí el cometido de despertar y desarrollar el espíritu de amor, no-violencia y paz en el corazón de los educandos. Y, con una cierta ingenuidad, hacía la siguiente consideración:

 

"Si fuéramos capaces de entronizar este ‘fundamental educativo’ como el núcleo dinámico de nuestra educación, estaríamos en el recto camino para contribuir a solucionar la actual crisis de valores vitales que padece el mundo pedagógico y conseguiríamos, muy posiblemente, superar la crítica que Carl Rogers hace a la educación instructivista occidental cuando dice que es un simple aprendizaje ‘del cuello para arriba’, a la vez que obraríamos una auténtica revolución en el sentido de trabajar por una educación genuinamente nueva, capaz de llenar el ansia y el vacío de espiritualidad que sienten, en lo más profundo de sí mismos, en su problematicidad vital -como diría el Dr. Juan Tusquets-, los adolescentes y jóvenes de hoy".

 

Con estos planteamientos previos no es de extrañar que salude con moderado optimismo (moderado porque en educación no hay nada definitivo, ya que la educación es un fenómeno vivo y cambiante) la implantación de las competencias educativas básicas como nuevo enfoque para la articulación del currículum. Y esto por un doble motivo:

 

Primero, porque las competencias básicas -entendidas como el conjunto de capacidades, aprendizajes y recursos personales (conocimientos, hábitos, destrezas, habilidades, actitudes, conductas y experiencias) necesarios para poder llevar una vida más plena y desenvolverse mejor en el mundo de hoy, y aunque menos idealistas y diferentes del esencial educativo formulado por Foerster- son un esfuerzo para el establecimiento de un fundamental educativo e instructivo integrador que sirva de referencia a los desarrollos de la práctica en sus distintos niveles, ramas y múltiples aplicaciones concretas. Además, tienen una aplicabilidad práctica, ya que, además de su generalización, se caracterizan por estar al alcance de la mayoría, ser pragmáticas y comunes a muchos ámbitos de la vida, al mismo tiempo que útiles para seguir aprendiendo y autoeducádose a lo largo de toda la existencia.

 

Y en segundo lugar, porque en el campo de las competencias interpersonales y cívicas o competencia social y ciudadana está potencial y naturalmente incluida la formación para el esfuerzo individual y colectivo en pro de la construcción de la paz por medios pacíficos y no-violentos, tarea que en los ámbitos estatal y autonómico ya estaba recogida en la normativa de educación en valores y en la que la obra del Día Escolar de la No-violencia y la Paz (DENIP) -del que el 30 de enero de 2008 se practica su 45ª celebración (30 de marzo en los países con calendarios escolares propios del hemisferio sur)- es, desde su fundación en 1964 y de una forma ininterrumpida durante ya casi medio siglo, una iniciativa pionera, a nivel nacional e internacional, promotora e impulsora de una educación permanente, profunda, universal, libre y voluntaria en y para la concordia, la comprensión, el respeto a los derechos humanos, la solidaridad, la tolerancia, la compasión, la no-violencia y la paz.

 

Fundamental educativo, competencias básicas, educación pacifista y no-violenta y Día Escolar de la No-violencia y la Paz… Cuatro campos de acción profundamente interrelacionados en la perspectiva del despertar del siglo XXI.

 

Llorenç Vidal

 

(Escuela, Madrid, 24 de enero de 2008,

La Voz de Cádiz, Cádiz, 30 de enero de 2008,

Ultima Hora, Palma de Mallorca, 30 de enero de 2008)

 

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