Las "Cartas Espirituales" de Catalina Tomàs

 

por

Llorenç Vidal

 

 

(Catalina Tomàs, viñeta del diario "La Voz de Cádiz", por Encarni Hinojosa, Ibarrola)

 

Hay autores y obras -no necesariamente grandes y monumentales- que, una vez leídos, estés o no totalmente de acuerdo con sus puntos de vista, se convierten en amigos inseparables que no te abandonan jamás y sientes la atracción permanente o reiterada de su relectura y reconsideración, unas veces simplemente para recordar, otras para profundizar y otras para mentalmente debatir, bien en un diálogo intemporal con el escritor y con el libro, bien en un atento, sereno o acalorado soliloquio interior.

Y una de las obras con las que me ocurre personalmente este fenómeno son las dos breves "Cartes Espirituals" de santa Catalina Tomàs (1531-1574), escritas en mallorquín literario probablemente en 1572 y dirigidas al P. Vicente Mas, cuando éste, después de dejar la orden de predicadores, en busca de una mayor perfección religiosa militaba ya en el austero cenobio cartujano de Valldemossa y gracias al cual las conservamos de primera mano, al haberlas reproducido en el capítulo décimo cuarto de su autobiografía.

En ellas, además de la explicación de la sencilla religiosidad de la santa mallorquina, hallamos una fuente vibrante de vida ascético-mística y, vistas aisladamente, al no entrar en aspectos confesionales concretos -cosa extraña en una religiosa católico-romana de la época de la contrarreforma, no olvidemos que vivió en el mismo convulso siglo en el que lo hicieron los reformadores Martín Lutero, Ulrich Zwinglio (éste murió en el mismo año en que nació Catalina) Valentín Trotzendorf y Juan Calvino, los eruditos y filósofos Erasmo de Rotterdam y Juan Luis Vives, el poeta Luis de León, los místicos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz y los ascéticos Pedro de Alcántara, Juan de Ávila y Luis de Granada, por ejemplo- y mantenerse en ellas en el marco estricto de la vida individual interior, encontramos una muestra de espiritualidad ecuménica que, salvando matices personales, puede ser compartida no sólo por cristianos de las diferentes denominaciones, sino también por fieles de distintas tradiciones religiosas e, incluso, por universalistas, teósofos, deístas y otras personas de espiritualidad libre, ya que todos, si nos acercamos con la mente y el corazón abiertos, podemos encontrar en estas dos cartas de Catalina Tomàs un manantial cristalino de transparentes aguas:

"Vos prec que penseu que aquelles coses que heu vistes i veureu totes són la voluntat de Déu i treballeu a prendre-ho tot per amor d’Ell".... "Qui desitja servir Déu es menester que estiga molt content en tota cosa"... "Renunciau-vós tot en les seves mans i alcançareu la vertadera pau i llibertat"... etc. etc.

"Os ruego que penséis que lo que habéis visto y veréis, todo es voluntad de Dios y trabajéis para aceptarlo todo por amor de Él"... "Quien desea servir a Dios es menester que esté muy contento en todas las cosas"..."Confiaos del todo en sus manos y alcanzaréis la verdadera paz y libertad"... etc. etc.

Las cartas -que el neohumanista cardenal Antonio Despuig consideró "llenas de celestial sabiduría"- son poco conocidas, a pesar de haber sido reproducidas en casi todas sus biografías. En la traducción castellana (edición de 1992) del italiano "Ristretto della vida della Beata Caterina Tomàs, Canonichessa Regolare dell'Ordine di S. Agostino" ("Resumen de la vida de la Beata Catalina Tomàs, Canonesa Regular de la Orden de S. Agustín") (1792), de autor anónimo y donde se recoge gran parte de la dorada leyenda tejida por la tradición y acrecentada por la devoción popular, y en "Sor Catalina Tomàs, la nostra Santa" de Pere Llabrés i Martorell (1980), de enfoque menos legendario y más histórico, realista y comedido, las dos cartas van precedidas de una presentación, en algunos aspectos discutible, del poeta y crítico literario Josep Maria Llompart, en la que, con gran acierto, la considera "un clásico de nuestra literatura". Existe, además, una bella edición (1974), configurada en un tríptico, realizada por el Convento de Santa Magdalena de Palma, donde transcurrió la vida religiosa, acaeció el traspaso y se conserva incorrupto el cuerpo de Catalina.

Los siglos XVI, XVII y XVIII, integrados ya el Reino de Mallorca y la Corona de Aragón en el marco de la unidad de España, son considerados por la mayoría de tratadistas e historiadores literarios como años oscuros y de decadencia de las letras mallorquinas, pero en ellos hay algunas pequeñas muestras de innegable valor literario y gran plenitud de pensamiento... Y una de estas pequeñas muestras es la joya ascético-mística de las "Cartes Espirituals" de Catalina Tomàs.

 

Llorenç Vidal

 

(Última Hora, Palma de Mallorca, 22 de abril de 2006)

(La Voz de Cádiz, Cádiz, 23 de junio de 2006)

 

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