Rumiando sobre J. B. Basedow y el filantropismo

 

por

Llorenç Vidal

 

Desde mi época de estudiante de Historia de la Pedagogía con el Dr. Joaquín Carreras Artau -hace ya un montón de años- en la Universidad de Barcelona, la figura de Juan Bernardo Basedow (1723–1790) ha venido despertando en mí una gran simpatía.

 

Enmarcado entre las grandes figuras de la época dorada de la historia de la educación -Rousseau, Pestalozzi, Froebel y Herbart-, Basedow ha sido siempre presentado por los historiadores en un plano más bien secundario; sin embargo, el enfoque fundamental de su filosofía y de su práctica filantrópica hacen de él una llama de luz para los educadores de todos los tiempos. Por esto, cuando se cumple ahora el segundo centenario de su muerte, puede ser positivo que rumiemos un poco lo que sabemos de él, especialmente algunos aspectos de su concepción pedagógica.

 

Nacido en Hamburgo, maestro desde joven y entusiasmado por la lectura de "Emilio" de Juan Jacobo Rousseau, se sintió llamado a realizar prácticamente las ideas del filósofo ginebrino.

 

En sus "Advertencias a los filántropos y hombres de posición acerca de las escuelas, estudios y su influencia en el bienestar social" lanzó su primer llamamiento y asentó las bases de su concepción reformista, que seguiría desarrollando después en su "Libro de métodos para padres y madres de familias y pueblos" y en su "Labor elemental". El conjunto de sus orientaciones sirvió de base y de programa de realizaciones de su Philanthropinun, escuela modelo que fundó en Dessau y en la que, en su preparación para la vida, los alumnos debían adquirir una formación en las "virtudes, ciencias e idiomas".

 

Como ocurre con todos los demás autores, cada uno en su campo, son numerosas las opiniones metodológicas y coyunturales de Basedow que, con el paso del tiempo, han caducado como, por ejemplo, la habituación de los alumnos a través de la escuela a los factores de éxito burgués: mérito, estamento y riqueza, no tan distintos, por cierto, de los factores de éxito actual. Sin embargo hay tres puntos de reflexión que quisiera destacar en este breve comentario conmemorativo:

 

Su concepto de Filantropía como acción encaminada a realizar la máxima felicidad posible de los seres humanos por medio de la educación y que Luigi Coppo, con su agudeza característica, define como "la tendencia a poner el amor por el hombre como guía de la acción humana y social, según el ideal de fraternidad universal que supere los límites de religión, de nacionalidad, de raza y de clase social".

 

Si idea de "Religión natural" de inspiración deísta y de carácter interconfesional que se practicaba y que era el fundamento del educativo religioso en la Sociedad Filantrópica. Así, tolerante con las formas confesionales, según la procedencia familiar de los alumnos, decía: "Por la religión paterna de cada educando ha de preocuparse el clero de la respectiva localidad. En cambio, la Religión natural y la Teoría moral son parte eminente de la Filosofía y de ellas nos ocuparemos nosotros". Estableció el Templo del Omnipotente para rezar -ecuménicamente, diríamos hoy- "fraternalmente unidos todos los conciudadanos de opiniones divergentes".

 

En su teoría del aprendizaje recomendaba una instrucción dosificada y placentera y rechazaba las formas disciplinarias coercitivas de su tiempo. Sin embargo, insistía -y en eso deberían pensar los padres y educadores afectados por ciertos "blandenguerismos pedagógicos"- en el "endurecimiento" como instrumento de formación personal. En consecuencia, y para preparar a sus alumnos para las adversidades del destino, había mensualmente un "día casual" en el que éstos ayunaban parcialmente y permanecían expuestos al frío y en el que, durante la noche, se acostaban en el suelo o sobre una yacija de paja.

 

Otras ideas de Basedow podríamos enumerar aquí: desarrollo del civismo, laicismo, utilitarismo, racionalismo, educación física natural, enciclopedismo, división del sistema escolar -variando el esquema de Comenio- en cuatro grados: escuela popular, escuela burguesa, gimnasio y universidad, con el que tanto parecido estructural tiene -si exceptuamos el nivel de educación infantil- el actual proyecto del sistema educativo español: educación primaria, secundaria obligatoria, bachillerato o formación profesional y universidad, etc.

 

Y para terminar subrayemos, como lo hizo también el inspector escolar Lorenzo Luzuriaga en su "Historia de la Educación y de la Pedagogía", el sentido europeo, internacionalista y humanitario que, más allá de lo simplemente nacional, es propio del filantropismo basedowiano. "Nosotros -escribe el inspirado fundador del Philanthropinun- somos filántropos o cosmopolitas. El fin de la educación debe ser formar un europeo cuya vida sea tan inocente, tan útil a la generalidad y tan feliz como pueda lograrse por la educación".

 

Llorenç Vidal

(Última Hora, Palma de Mallorca, 21 de agosto de 1990)

 

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