Ha pasado ya casi medio siglo
desde que en 1964 apareciera en el número 29-30 de los cuadernos
literarios “Ponent”, impresos por aquel entonces en la legendaria
imprenta Atlante de Mallorca, el llamamiento inicial trilingüe
convocando para el 30 de enero, aniversario de la muerte del Mahatma
Gandhi, líder no-violento de la independencia de la India y uno de los
maestros espirituales de nuestra época, la celebración de una jornada
educativa dedicada a resaltar en los centros docentes los valores de la
fraternidad universal, la no-violencia y la paz, jornada que se
practicó por primera vez el mismo año y en la fecha indicada. Acababa de
nacer el “Día Escolar de la No-violencia y la Paz”.
En el transcurso de estos años
y a medida que progresivamente ha ido multiplicándose el número de
escuelas, institutos y grupos de juventud que nacional e
internacionalmente lo practican, el “Día Escolar de la No-violencia y
la Paz” (DENIP) ha ido adaptándose y diversificándose, manteniendo
siempre vivo el mensaje fundacional de fidelidad a los conceptos de paz
positiva y de no-violencia, en el sentido gandhiano de actitud de
renunciar a matar y a dañar a los demás seres por medio del pensamiento,
de la palabra y de la acción y de reivindicación de los derechos humanos
por medios pacíficos y no-violentos.
Aunque puede decirse que el
DENIP ya marcha por sí solo, debido a la magnífica acogida que ha
tenido y sigue teniendo entre los educadores de distintas ideologías
democráticas; desde el núcleo coordinador, a pesar de los muchos
obstáculos y dificultades que han ido surgiendo y que se han tenido que
ir superando a veces con gran imaginación y esfuerzo, se ha reiterado
año tras año y sin interrupción, el llamamiento para promover, difundir
y fomentar esta jornada como punto de partida y de apoyo para una
educación no-violenta y pacificadora de carácter universal, profundo,
abierto, libre, voluntario y permanente.
Conviene recordar que hasta
aquel entonces la UNESCO hablaba, sí, de educación para la paz y la
comprensión internacional, concepto este último que también se incluyó
en los primeros llamamientos, como valores sociológicos de relación
entre los distintos países y estados constituidos, pero no hablaba
todavía de educación en y para la paz interior, personal e
interpersonal, ni de educación en y para la no-violencia activa,
conceptos fundamentales para una educación en profundidad y en los que,
sin descartar los primeros, insiste básicamente el “Día Escolar de la
No-violencia y la Paz”, del que en numerosos centros escolares de
distintos países en este mes de enero de 2010 (marzo u otra fecha
propicia en países con calendarios escolares propios del hemisferio sur)
se va a practicar por cuadragésimo octavo año consecutivo.
Y fue precisamente ya después
de la difusión internacional y primera práctica del DENIP, cuando, casi
dos años después, el 7 de diciembre de 1965, la Asamblea General de las
Naciones Unidas proclamó su “Declaración sobre el fomento entre la
juventud de los ideales de paz, respeto mutuo y comprensión entre los
pueblos”, a la que siguieron posteriormente y, entre otras, la
“Recomendación a los ministerios de Instrucción Pública concerniente a
la educación para la comprensión internacional como parte integrante de
los estudios y de la vida escolares” de 1968, la “Recomendación
sobre la educación para la comprensión, la cooperación y la paz
internacionales y la educación relativa a los derechos humanos y las
libertades fundamentales” de 1974 y los “Diez principios de la
educación relativa al desarme” de 1980 (aprobados en el congreso
mundial del mismo nombre que tuvo lugar en París, en la sede la UNESCO,
y en cuya elaboración y aprobación dos miembros del equipo coordinador
del DENIP fuimos los únicos españoles que participamos), así como las
resoluciones de la ONU de 1997 y 1998 proclamando el “Año
Internacional de la Cultura de la Paz” y el periodo entre 2001 y
2010 como “Decenio Internacional de una cultura de paz y no-violencia
para los niños del mundo”.
En todos estos proyectos, al
igual que en el DENIP, laten, con enfoques complementarios, los
aspectos educativos del artículo 26.2 de la “Declaración Universal de
Derechos Humanos” (1948) y del principio décimo de la
“Declaración de los Derechos del Niño” (1959), al igual que el eco
de la tan conocida como poco aplicada máxima que figura en el preámbulo
de la Constitución de la UNESCO y que afirma que “puesto que
las guerras nacen en la mente de los hombres es en la mente de los
hombres donde deben edificarse las defensas de la paz”.
Se trata de una acción
pedagógica que, como eje transversal, debe incidir en la educación
escolar y extraescolar a través de todas sus competencias básicas y de
sus desarrollos posteriores, puesto que, como ya se reconoció en la
“Fundamentación de una Pedagogía de la No-violencia y la Paz”
(1971), se nos presenta como una inspiración ideal que, a través de la
conscienciación, la ejercitación y la responsabilización, aspira a
informar todo el quehacer educativo de la humanidad, para despertar y
cultivar en los educandos -y educandos somos todos a lo largo de toda
nuestra vida- actitudes éticas positivas y comportamentales activas
hacia los valores de fraternidad universal, convivencia, comprensión,
solidaridad, tolerancia, respeto a los derechos humanos, compasión,
no-violencia y paz.